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miércoles, 6 de abril de 2011

La gente al levantarse si se asoman a la ventana y ven un día gris, nublado, lluvioso o con esa niebla espesa que no te deja ni ver tus zapatos, se pone triste, se deprime y solo quiere que llegue el día siguiente. Sin embargo, si el día tiene esa luz naranja, ese color azul y esas nubecitas casi inexistentes flotando por el cielo, piensan que hoy puede ser un día maravilloso. Pero ¿por qué pensamos eso?, he tenido días con un sol resplandeciente en los que me he querido morir, en los que he visto como todos mis sueños imaginarios se esfumaban como el humo de los cigarros, como todos esos recuerdos maravillosos se iban por el desagüe de la ducha, como lloraba desconsolada sin decírselo a nadie, sin embargo he vivido en días grises, en los que he pensado que nadie podía ser más feliz que yo, días que me han devuelto la ilusión, días que han hecho que llevara una sonrisa en la cara y la gente me mirara por la calle, y días en los que me he reído contigo hasta rabiar. El gris de las nubes o el azul del cielo no van a hacer que un día sea triste o feliz, porque solo nosotros podemos pintar ese día del color que más nos guste.

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