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miércoles, 4 de mayo de 2011

––Ah... la lealtad... No lo olvides, niña, todos tienen deber, sin importar la alcurnia. El de un rey es reinar, el de un comerciante es comerciar, y el tuyo es aprender. ¿Qué pasa si un comerciante se deja engañar?
––Que pierde su comercio.
––Exacto, y si un rey se deja manejar, pierde su reino. Ningún deber es sencillo, joven pupila. Las decisiones marcan nuestras vidas. Las incorrectas siempre nos cuestan algo. Por eso el rey no se rodea solo de consejeros con grandes conocimientos, se rodea de amigos que busquen lo mejor para él. Los únicos amigos que son de un rey, son los que lo fueron antes de tornarse poderoso. Recuerda que es más fácil protegerse de los enemigos que de los amigos, por eso hay que escogerlos bien.

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