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miércoles, 16 de marzo de 2011

Caminas por la calle. Sol, calor dulce. De pronto, la paz acaba. Todo tiembla bajo tus pies, caes al suelo. Miras a tu alrededor. La gente corre por todos lados, los edificios que no se han caído aun, tiemblan como péndulos y amenazan con desplomarse en cualquier momento. Gritos, desesperación. Tratas de ponerte de pie, pero tan solo consigues sentarte en el suelo mientras el infierno se desata. No tienes tiempo de pensar. Consigues levantarte y sales a correr sin saber hacia donde vas, esquivando los escombros a tu alrededor. Tus pies se mueven solos, no puedes parar de correr. No miras atrás pero oyes el terrible estruendo de un edificio cayendo a tus espaldas. Sigues corriendo. Nubes de polvo, coros de llantos, olor a tierra. Miedo en estado puro. No puedes permitirte descansar, corres hasta que te alejas de todo. Llegas a las afueras de la ciudad. Te tumbas en el césped, hundes tu cara en la tierra. El suelo para de temblar. Esperas unos minutos, rezando para que no se repita. Cierras los ojos con fuerza. Te cuesta respirar. Deseas que tan solo sea una pesadilla.Abres los ojos despacio. Te sientas en el césped. Columnas de humo elevándose. La ciudad en llamas. El ruido de las ambulancias lo inunda todo. Respiras. Miras el cielo. Las lágrimas corren por tu mejillas. Tragas saliva. Te levantas, aun con temor y vuelves a la ciudad, ahora completamente destruida, como tú.

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